No Soy Tonto, Ni Vago, Ni Malo. Mi Cerebro Tiene TDAH.


Hagamos el esfuerzo de meternos en la piel de una personita con TDAH, solo durante unas horas.

La cantidad de mensajes negativos que reciben a lo largo del día resulta increíble y difícilmente soportable para la gran mayoría de nosotros.

Antes de salir  de casa, para ir al colegio: “siempre llegamos tarde por tu culpa”, “¿todavía estás sin vestir? ¿no te da vergüenza? Tu hermano ya está listo, ¿pero no ves que te has puesto el suéter al revés?…” Aunque directamente no se lo digamos, ¿qué mensajes recibe?: SOY LENTO, SOY PEOR QUE MI HERMANO, SOY TONTO.

En el colegio, antes de entrar a clase: “¿es que siempre tienes que estar empujando, no ves que le has hecho daño?”: SOY MALO.

Ya en clase: piden los deberes y no están en su mochila porque olvidó guardarlos después de tres larguísimas horas sentado en casa haciéndolos. 

Seguramente en esos momentos desearía desaparecer porque sabe lo que le espera, no es la primera vez que le pasa, y no le van a creer. “Y  hoy, ¿qué excusa tienes? ¿seguro que la peonza no se te ha olvidado, verdad?, castigado sin recreo y dame tu agenda…” Y lo peor de todo…, en público.  

Reparten el examen corregido, ese que había preparado con mamá y que se sabía tan bien, un 3.75, y también en público. A estas alturas, ya no solo él, sus compañeros también lo saben: ES MENTIROSO, VAGO, TORPE…

En el recreo (si no está castigado): “Tú no juegas que nos ganan por tu culpa”,” Tú no, que nunca pasas la pelota”, “Tú vete, que eres un pegón”: SOY PATOSO, SOY MAL COMPAÑERO, SOY MALO, SOY…

Son solo las once de la mañana…y aún queda un largo día por delante. ¿Cómo nos sentiríamos? Destrozados y por los suelos.

Para poder ayudarles, debemos comprender y para poder comprender debemos saber y entender que todos estos comportamientos son la manifestación externa de una alteración en el funcionamiento cerebral.


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